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Acción de gracias

Los soñadores

Pienso con orgullo en tanta gente de aquí a la que admiro, que trabaja por una ciudad a la altura de nuestros sueños

Como ocurre en tantas películas, un curso llegó de otra ciudad, Huelva, un compañero nuevo. Los demás nos teníamos muy vistos de los años anteriores del Bachillerato, y aquella incorporación a nuestras vidas trajo algo de aire fresco, nos abrió una ventana. Aquel chaval nos intrigó con su carisma, su coreografía aprendida del Vogue de Madonna, una energía y una creatividad que -ya lo supimos entonces- se materializaría más tarde en frutos maravillosos. Hoy aquel muchacho, Guillermo Weickert, es uno de los bailarines y coreógrafos más solicitados y talentosos del país, y cuando tengo la suerte de verlo en el escenario me enorgullece saber que es mi amigo, me emociona pensar en cómo aquel adolescente inquieto tuvo el valor de apostar por sus sueños y no cometió el error -comprensible- de haber elegido otra profesión más anodina por el engañoso anzuelo de una estabilidad. Se me cruzó su figura, me acordé de aquella juventud en la que soñábamos, esta semana en un encuentro con los músicos locales del Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás), al que asistía otra amiga y alumna de aquella promoción, Teresa Martínez, que ahora prepara con su grupo A5 Vocalensemble el concierto que darán el sábado próximo en el Espacio Turina. Escuchando el bellísimo disco que su formación ha publicado con piezas de Francisco Guerrero, Ave Virgo, me olvidé de la hostilidad que nos rodea y recordé que el mundo también ofrece un lado amable, esperanzado.

Esa reunión del Femás, donde coincidieron miembros de Accademia del Piacere, Ministriles Hispalensis, la Orquesta Barroca de Sevilla, Vita Vinum y el pianista Juan Pérez Floristán -Leonardo Rossi, programado también en el festival, andaba fuera en un concierto-, resultó apasionante, la confirmación de todo lo que han aportado a la cultura sevillana esos hombres y mujeres que siguieron con su vocación pese a todos los contratiempos, el ejemplo de cómo los músicos, los actores, los artistas o los bailarines engrandecen una ciudad y la vuelven más habitable. Pienso en Guillermo, en Teresa, pero también en la explosión de talento que había en espectáculos recientes como Archipiélago de los desastres y La mujer tigre, en los montajes que idea Rafael Villalobos, en la obra que ha escrito Álvaro Prados sobre Hans Christian Andersen, mientras suena el adelanto de Tercer cielo, el nuevo disco que Rocío Márquez sacará junto a Bronquio y del que ya se conoce Un ala rota, con letra de Carmen Camacho, y me doy cuenta con orgullo, como si aquello me otorgara la certeza de las raíces, de que aquí hay tanta gente a la que admiro, tanta gente que busca y trabaja y no desfallece para que sigamos creyendo, para que tengamos una ciudad a la altura de nuestros sueños.

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