La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Los sopores, otro daño colateral

Habitualmente el verano se trae en la valija una suerte de días señalaítos en la Sevilla de siempre, esa Sevilla eterna tan cantada y de tanto tirón. Son los días previos al de la Virgen y en los que cobra relevancia la exposición de la Patrona de la Archidiócesis en besamanos. Colas largas de un personal que significa algo muy importante en el contexto de la población de una ciudad adormecida, más adormecida aún de lo habitual, por las calores de agosto. Recuerdo una escena de hace muchos años en que pude comprobar cómo del sopor no se libra casi nadie. Estaba junto a la Virgen el irrepetible calonge Federico Estudillo provisto de pañuelo para limpiar la mano recién besada de la Virgen. Los fieles venían por babor y el cura estaba a estribor de la imagen, por lo que limpiaba no la mano besada sino la que le cogía más a mano. Y es que pocos se libran del sopor.

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