DEMASIADOS detalles sospechosos como para comulgar con el sorteo del Mundial. Y ya no me refiero a la evidente desigualdad en los distintos itinerarios que han de observarse por la selección de cada país, sino en detalles que mueven a la suspicacia. Por ejemplo las levanta a granel, eso de que Brasil sepa en su último partido de grupo qué ha de hacer para elegir rival, si ganar, empatar o perder en su cita con Camerún en Brasilia.
Ya se ha encargado Luiz Felipe Scolari de adelantar que prefiere a Holanda o a España en octavos de final antes que a Chile, a la que ve como equipo bien organizado. Por lo visto, Felipao no ve organizadas a las que jugaron la última final, pero eso de las preferencias del seleccionador brasileño es lo de menos, ya que hay veces en que no le dice la verdad ni a su médico de cabecera. Lo que nos atañe es que él sí puede tener a la carta al enemigo más apetecible a esas alturas del campeonato.
Ese día 23 de junio, víspera de San Juan, se enfrenta la canarinha a Camerún así que den las diez de la noche. A esa hora ya sabrá Felipao cómo quedó el Grupo B, el de España, quién fue primero y quién segundo. Y es que tanto el Australia-España como el Holanda-Chile se habrán librado a las seis de la tarde, siempre refiriéndonos al horario nuestro. De esa manera puede manipular su choque con los africanos para eludir a Chile, el rival que tanto teme el inefable Scolari.
Demasiadas teclas desafinadas en un sorteo que ha deparado un número desmesurado de desigualdades y que ha contentado a muy pocos, quizá sólo a Brasil, Argentina, Francia y Alemania. Por supuesto que resulta imposible contentar a todos, pero eso de que el campeón de todo y el subcampeón del mundo tenga que esperar a ver qué decide Scolari no es de recibo. Esperemos que no pase por el terrible trance de que la tan organizada Chile se le pueda cruzar. Sería buena señal.
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