Desde mi córner

Luis Carlos Peris

El sueño continúa vigente por Nervión

NUEVAMENTE el Sevilla viendo cómo su torneo favorito se pone a tiro. Otra vez su nombre en una de las bolas que hoy se sortearán en Nyon. Camino del colofón ideal para una temporada que tuvo sus dientes de sierra, pero que registra una racha tan increíble como insuperable. De nuevo, Nervión viviría una noche mágica para registrar una simbiosis fantástica por la que la grada impulsaba al equipo y éste respondía dando dos por uno.

A la media hora, tres a cero, infinitamente mejor de como hubiera presumido el más optimista del sevillismo. Asfixiando literalmente al Oporto, lo tempranero del penalti contribuía decisivamente para proporcionarle alas a la tropa de Unai, que iba a cada balón con fe de carbonero y con un convencimiento absoluto en cada balón repartido. Con Rakitic en su habitual papel de director y obrero a un tiempo, el Sevilla laminaba al Oporto hasta parecer que todo era facilísimo.

Nervión empezó siendo caldera en ebullición para, de gol a gol, pasar a la escenificación de una fiesta grande. El Sevilla dignificaba su escudo y echaba al Oporto del partido para que se llegase al descanso con el corazón desbocado y las pajarillas aleteando porque el equipo propio volvía a dar satisfacciones del mismo calado que las que proporcionaba cuando en vez de Rakitic jugaba Kanoute y no era Beto el guardavallas sino un milagro llamado Palop, Andrés de nombre.

Tras el descanso, una inconveniencia de Coke le complica las cosas al Sevilla. Pero es una complicación ficticia, ya que la inferioridad numérica se palía con orden y un apretón interlíneas. Las cosas eran como tenían que ser y cuando el Oporto aún cree en el milagro, Gameiro hace el cuarto a once minutos del final y asunto concluido. El Sevilla, después de haber superado innumerables obstáculos, se mete en la semifinal de su competición favorito. Turín bien vale una misa.

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