Tribuna Económica

Rogelio / velasco

La suerte de las noticias

LAS noticias que aparecen en la prensa también tienen buena o mala suerte. Si coinciden en el tiempo varias noticias relevantes para el gran público, otras, que no la tienen, pasan completamente desapercibidas.

Estos días pasados hemos estado pendientes de cambios de gobierno, cadenas humanas reivindicativas y decisiones del Comité Olímpico Internacional (COI) acerca de la sede de las olimpiadas.

Falleció los días pasados, a la edad de 102 años, Ronald Coase, premio de Nobel de Economía que desarrolló la mayor parte de su carrera en la Universidad de Chicago. Los periodistas y los lectores estaban pendientes de otras noticias en los medios.

Sin embargo, como ya sentenció Keynes hace muchos años, la mayoría de las personas, sin saberlo, son esclavas intelectuales de algún economista difunto. Somos deudores de Coase aunque no lo sepamos y no le hayamos prestado atención los días pasados.

Es un caso extraordinario de un economista que, habiendo escrito tan poco, haya tenido tanta influencia intelectual y en la agenda de investigación de miles de investigadores en economía.

En su primer artículo, La Naturaleza de la Empresa, Coase se preguntaba por qué existen las empresas. Una pregunta que, intuitivamente, todos podemos contestar, pero cuyas implicaciones analíticas desbordan lo que el mero sentido común nos indica.

En una factoría de automóviles Renault, las fases de la producción exigen que haya una empresa y una jerarquía porque si cada fase fuera independiente los costes de negociación de cada una de ellas para fabricar un coche serían prohibitivos.

Esta idea conduce a otra. Si la cadena de producción exige que exista una empresa, puede ocurrir que a la empresa le resulte más barato producir una parte de la cadena y comprar otra parte a otras empresas. En lugar de fabricar todas las partes, Renault compra la producción de ruedas a un fabricante de neumáticos que los hace mejor y más baratos. Como la mayoría de los avances en la investigación, una vez conocidos parecen obvios, pero no lo son antes de los mismos. Hace 70 años estas ideas no estaban nada claras. Hoy, la externalización de la fabricación de ruedas por parte de Renault parece bastante obvia.

Con carácter más general, Coase dedujo de este trabajo el concepto de "costes de transacción", con profundas implicaciones para la forma y el papel de las instituciones políticas y económicas que regulan nuestro mundo. Esos costes impactan directamente sobre las empresas y su funcionamiento, facilitando u obstaculizando su labor y, en consecuencia, el crecimiento y el bienestar económicos.

El segundo artículo de Coase, El Problema del Coste Social, está relacionado con los beneficios y costes de las intervenciones públicas en la economía. Hasta entonces, los economistas pensaban que cualquier fallo del mercado podía ser corregido mediante una intervención directa de los gobiernos. Sin embargo, un análisis de los beneficios y costes derivados de una intervención puede concluir que la intervención empeora, y no mejora, el fallo producido por el mercado. Coase cambió profundamente el análisis de las políticas públicas. La huella de Coase ha sido profunda; las noticias de las últimas semanas pasajeras. Seguiremos leyendo las primeras, pero no las segundas.

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