NO está teniendo ni cuarto y mitad de la cuota de vanidad que proporcionan las fotos de rigor en las mil y una visitas del pregonero a las hermandades y otros foros. Está trabajando de lo lindo para administrar una auténtica avalancha de peticiones de entrada y para negociar jurídicamente los derechos de publicación de la obra. El teléfono no para de sonarle pidiendo hueco hasta en el gallinero. Menuda cuaresma está pasando Moeckel. Un auténtico apoderado.
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