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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Dos técnicos y un solo asidero

Esta eliminatoria de Copa del Rey se antoja decisiva en el futuro a corto plazo de Chaparro y de Jiménez

CASOS distintos, muy distintos, pero con un denominador común inherente al cargo. Los dos entrenadores sevillanos salieron muy tocados de la jornada del domingo y empiezan a jugar una batalla de indudable trascendencia para sus respectivos futuros. A sabiendas de que los remedios tienen muy pocas posibilidades de ser tales, tanto Chaparro como Jiménez afrontan esta eliminatoria de Copa del Rey con la sensación de que la hierba está siendo segada bajo sus pies. Ya digo que son dos circunstancias sin parecido, pero las cosas son como son y esta ronda copera se perfila como vital para seguir viviendo.

La reacción de la grada del Sánchez Pizjuán a la terminación del choque con Osasuna es una prueba palmaria de qué vientos son los que corren en la relación de entrenador con clientela. Los análisis del Almería-Betis desde las trincheras afines a Lopera hablan bien a las claras que los menos adeptos de Chaparro están dentro del establishment verdiblanco. Por eso digo que las circunstancias, con el común denominador de los tropiezos, son distintas. Contra Jiménez juega también el pasado inmediato, ese tiempo en que el Sevilla iba a paso de oca, enamoraba a todos y atiborraba la sala de trofeos para cambiar espectacularmente su historia.

Y si contra Jiménez juega el recuerdo por ese pasado tan cercano, tan fresco y vivo en la memoria, contra Chaparro lo hace su valentía a la hora de no permitir caprichos ni más mediocridades como obuses a la línea de flotación del Betis. Con el pulso tan firme que el trianero mantiene con Lopera, los puntos que se van son mortales de necesidad; no para los futbolistas que fallan sino para el que se la juega llevándole la contraria al que manda. Son dos situaciones que ni siquiera son parecidas, pero sobre las que revolotea una máxima tan antigua como el propio fútbol, que aún no se inventó el antídoto que le asegura la vida a un entrenador que no gana.

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