El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Rajoy y Pedro Sánchez nos han hecho viejos: llevo cubiertas diez campañas de unas elecciones generales cuando, por edad, debería haber concluido la octava. Nuestra democracia se ha vuelto emocional, Vox es el Podemos de la derecha. El Congreso es un gallinero vociferante, tan estridente y polarizado como los programas de televisión. Créanme: las pantallas son tóxicas, no sigo la política por televisión porque es una gran farsa. La política es a La Sexta lo que Masterchef es a la gastronomía; la rebelión catalana es el rumor de una algarabía cuando te colocas detrás de los cámaras, hay más hiperventilados en los platós que en las carrers; Sálvame es más honesto que la orgía maniquea de las cadenas de la derecha donde todos son puros y recios. Como si fuesen calvinistas y no católicos. Escuchen y lean; vean las televisiones públicas, reposen. A casi todos los que leen nos gustaría un Gobierno transversal que uniese durante unos pocos años, no muchos, a socialistas y populares, una conjura de la aritmética contra las emocionalidades de cualquier signo, pero no lo será: esta semana arderán los televisores, el PP quiere anular a Sánchez con la sentencia de los ERE y el presidente se dejará apuñalar, una vez más, por quienes han sustituido el cerebro por las neuronas en la piel. Con UP y ERC, Pedro no llegará muy lejos. Y él lo sabe.

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