NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Si pensábamos que la política española había tocado fondo, ahí está Miguel Tellado para seguir cavando la fosa de un admirable modelo que nació de la necesidad de transicionar desde una dictadura blindada a una democracia europea. Tellado era para mí un misterio desde que hace un año se adelantó a María Pombo y admitió con un cuajo tan espeso como su rostro que no leía libros. No es que esto sea definitorio, hay temporadas en que todas las novelas parecen que se repiten, que los ensayos se tornan plúmbeos y que la poesía es mera cursilería, el asunto de Tellado es que alardeó de ello en unas jornadas sobre libros y política que organizaban Jesús Vigorra y Arturo Pérez-Reverte. Desternillante.
Desde entonces he investigado a Tellado con un interés entomológico. ¿Es así, realmente? ¿O se lo hace? La política está plagada de comediantes, tipos más santos que Carlo Acutis que, sin embargo, se mostraban feroces como lobos para exaltar a sus electores. Tellado no es del todo así, supera a la col, pero Feijóo lo trajo para hacer el discurso de Vox. Esa es su función, y de ahí viene esta última mención sabatina a las fosas que hay que cavar para enterrar a este Gobierno de Pedro Sánchez.
Está medido y meditado, ¿dónde, si no, en la Guerra Civil puede adentrarse el PP para competir del todo en las mismas aguas revueltas que Vox? Lo de Tellado es una intrusión de laboratorio en los nuevos valores de la derecha populista que, además, consigue enervar a un Gobierno que está dispuesto a entrar a este tipo de trapos porque no le resta, sino le reafirma. Es una grosería indigna pero eficaz. O no, ya veremos, que diría Rajoy.
Nunca sabremos cuál es la opinión del secretario general del PP sobre el conflicto bélico de hace un siglo, sobre las fosas o sobre la polarización emocional; es más, ni lo necesitamos, no esperemos ninguna reflexión interesante por parte de quien es el segundo del gran partido de la derecha, tal es el nivel al que hemos descendido.
Un estudio de la organización británica Trading Platforms indica que España es el país de Europa con el mayor cociente intelectual, no es broma, es el octavo del mundo, lo pueden consultar en la red. Incluso al sumar factores que nos son negativos, como el rendimiento escolar para calcular la inteligencia global, estamos en un puesto de categoría, los vigésimos del mundo. Puede ser, es discutible. No lo es que tenemos la peor clase política desde la Transición, la más distanciada del elogiable nivel del resto de la sociedad de un país de referencia y esto no es causal, es fruto de la selección negativa que han practicado los partidos para elegir a sus líderes.
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