PRIMER domingo de verano y remate de un puente largo y ciertamente sustancioso. Es muy de mañana y el Mediterráneo azulea como sólo él sabe hacerlo bajo un sol joven y fuerte que aquí aparece mucho antes. Playas urbanas de Almería, algún tritón vocacional ya bracea en las mansas aguas y un viejo toca una melodía indescifrable con su ajado acordeón, algunos hacen carrera continua y otros simplemente caminan bajo una temperatura rayana en el confort. Es una mañana de verano por mucho que el almanaque aún no lo testifique, muchos llevan de paseo al amigo que es el perro, las tumbonas se apilan esperando clientes que llegarán cuando el sol esté más alto, las brasas van tomando color para la hora del espeto, un barco enorme se pierde por la línea donde el mar y la tierra maridan, es domingo en el Zapillo y a la vuelta continúa el viejo sacándole a su acordeón unas notas igual de indescifrables.
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