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las claves

pilar Cernuda

Otro tesorero bajo sospecha

Caso Bárcenas. El lío de las cuentas del PP salpica también a Ángel Sanchís, primer tesorero del partido, que deberá comparecer el día 10 ante el juez por un supuesto delito de blanqueo

EL PP no gana para disgustos con sus tesoreros. Rosendo Naseiro fue cesado fulminantemente por un Aznar que apenas llevaba tres semanas en la presidencia del PP cuando fue acusado de organizar una trama con concejales de Valencia para financiar irregularmente el partido; le salvó la campana: la carga de la prueba eran unas grabaciones sin autorización judicial. Luis Bárcenas es acusado de financiación ilegal del PP y de otras prácticas delictivas que le han permitido sumar cuentas corrientes que podrían superar los 50 millones. A raíz del caso Bárcenas ha sido imputado el ex tesorero Álvaro Lapuerta, y ahora, el juez acaba de imputar a Ángel Sanchís, el primer tesorero del PP. El día 10 debe comparecer ante el juez para esclarecer si ha cometido un delito de blanqueo de dinero de Bárcenas. Sanchís lo niega y explica que una empresa de su propiedad recibió un préstamo de 3 millones de Bárcenas, que éste depositó en una cuenta corriente en EEUU y que la operación es absolutamente legal y registrada ante los organismos autoridades competentes, y que aportará las pruebas necesarias.

¿Quién es Ángel Sanchís, hoy completamente apartado de la política aunque en los tiempos de Alianza Popular fuese uno de los hombres clave del partido?

Al contrario de lo que sucedía con Bárcenas, que cuando empezó a trabajar en el PP no disponía de una gran fortuna, Sanchís se ha movido muy bien en el mundo de los negocios. Hay una cara negra en su biografía empresarial con problemas judiciales incluidos que le llevan a instalarse en Puerto Rico en los años 60. Quienes le conocen bien aseguran que ese aspecto oscuro está sobredimensionado por medios de comunicación críticos con el PP y afirman que Sanchís, perteneciente a una familia valenciana que hizo dinero con la huerta, decidió buscarse la vida en Barcelona y después en Puerto Rico porque le interesaba investigar otros negocios. Allí se convirtió en el principal accionista de Nuevo Banco, que atravesaba graves dificultades económicas, y que vendió posteriormente por 1.800 millones de pesetas. Una cifra gigantesca para aquella época que colocó a Sanchís entre los hombres más ricos de España aunque siempre mantuviese un perfil bajo, sin ostentación. Reside en La Moraleja desde hace décadas, una de las urbanizaciones más lujosas de Madrid, pero no en un gran chalet sino en un adosado.

Fue Fraga el que le pidió que se hiciera cargo de los dineros de AP. El gallego solía decir que con un tesorero rico se podía tener la seguridad de que nunca tendría la tentación de ganar dinero a costa del partido. Eran tiempos duros para el partido, y en más de una ocasión Sanchís tuvo que poner dinero para pagar las nóminas de los trabajadores del PP, que no lograban los apetecidos resultados electorales. Sanchís fue diputado en las legislaturas del 86 y 89 y después dejó la política para dedicarse a sus negocios, siempre familiares y que hoy tienen su principal foco en una inmensa finca de 27.000 hectáreas en la provincia argentina de Salta. Le puso por nombre La Moraleja como si fuera continuación de su vida madrileña, engloba varios pueblos y se ha convertido en la principal explotación de cítricos del país. Sanchís compartió el trabajo con sus hijos y hoy La Moraleja está en manos del mayor, que se ha instalado definitivamente en Buenos Aires. Sanchís viaja tres o cuatro veces al año a ese país pero se ha autojubilado.

En AP coincidió con Bárcenas e iniciaron una relación personal muy estrecha que es la que hoy le lleva a estar imputado. Es evidente que han compartido negocios o que han trabajado estrechamente en proyectos comunes, solo así se entiende que Bárcenas le hiciera un préstamo tan abultado, si efectivamente el juez da por buena la versión de Sanchís. A pesar de esa importante operación financiera, en los últimos tiempos Sanchís se había distanciado claramente de Bárcenas, y aunque sus detractores afirman que se trataba de un alejamiento táctico para no verse implicado en sus problemas con la justicia, personas del círculo de ambos aseguran que Sanchís se sorprendió desagradablemente con las noticias sobre el patrimonio de Bárcenas, porque era muy superior al esperado y no le salían las cuentas, sobre todo porque conoce muy bien las cifras que se manejan en el mundo de los negocios y las operaciones bursátiles.

La biografía de Sanchís sería incompleta sin Fraga. Era su referente político pero también un amigo con el que compartió muchas vivencias durante la etapa política y sobre todo después, cuando Fraga ya no estaba en primera línea. Sanchís era una de las escasas personas ajenas a la familia que visitaba Fraga en su casa de Madrid hasta pocos días antes de su fallecimiento, y los años previos organizaba todos los meses en su casa de la Moraleja unos almuerzos con algunos de los más estrechos colaboradores de Fraga en tiempos de AP -Robles Piquer, Abel Matutes-. También con Felipe González, que en casa de Sanchís mantuvo la charla más distendida que jamás tuvo con Fraga.

Es hombre de trato fácil, entusiasta, que siempre tiene respuesta para las acusaciones que se le hacen. Hoy se encuentra en el ojo del huracán y aparentemente se siente tranquilo. La Justicia tiene la última palabra.

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