ENCRUCIJADA inquietante la que sufre Cataluña en general y la mayoría de sus habitantes en particular. Se encuentra ese rincón de España preso de los delirios independentistas de unos delincuentes que se pasan la ley por el forro de sus caprichos. La decisión de antier del Parlament es una asonada en toda regla, una repetición de lo que intentó Companys contra la ahora muy invocada República. Entonces, la República supo defenderse con todos los resortes que la legalidad vigente ponía en sus manos y el golpe de Estado se quedó en el intento. Hoy ya va siendo tarde para que el Estado se defienda de la locura sedicionista de unos politicastros que ni siquiera son mayoría. Pocas veces tan pocos fastidiaron a tantos y bueno sería que el mal se atajase de inmediato, no vaya a ser que aparezca la metástasis y su curación resulte más complicada. A tiempo estamos.