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Las dos orillas

josé Joaquín / león

Los tiempos cambian

HE leído y oído que Podemos es el fenómeno de 2014, porque Pablo Iglesias ha conseguido en menos de un año que un grupo de amigos de la Complutense sea el partido con más intención de voto en la encuesta del CIS, antes de que la cocinaran. ¿Y qué? Cosas más raras se han visto. Los tiempos cambian. La vida sigue igual era una canción que cantaba Julio Iglesias (cuando aún vivía Franco, por cierto), pero ya no se lo cree ni él. Puestos a dar el cante, sólo Raphael sigue inmutable. Pero fíjense en lo que le ha pasado a Isabel Pantoja. Hasta los presos han cambiado. Ahora la mayoría son ricos y famosos.

La cosa empezó con Zapatero. ¿Quién podía pensar que este hombre ganaría dos elecciones generales consecutivas y gobernaría casi ocho años? Pues ahí está el tío. No se llevó nada, pero dejó lo que dejó. Y luego llegó Rajoy, con las barbas a remojar. A día de hoy, ser presidente del Gobierno tampoco es lo que era. Se gana menos que siendo jefe de gabinete o director general. Cuentan que en la comida de Navidad de la Moncloa ni siquiera hubo catering ni camareros. Con cuanta razón se habla de los pobres con corbata en los comedores sociales… ¡Cualquiera saca hoy la tarjeta amarilla de la Visa Oro para los regalitos y comilonas! Y luego se quejan de que ha bajado el consumo. Pues claro, mucho ha llovido desde la hinchazón de la burbuja. Fíjense en cómo están las inmobiliarias aquellas que iban a comisión.

Después ha venido lo más grande. Nos hubieran tomado por guasones si hace dos años, el 28 de diciembre de 2012, publicamos que antes de Semana Santa el mundo tendría dos papas vivos. Y que iban a elegir a un hincha del San Lorenzo de Almagro que viajaba en autobús a las chabolas de Buenos Aires. ¿Y por qué nos hubieran tomado, si les decimos que España iba a tener dos reyes, uno menos que los Magos? Pues ya lo han visto, que no es broma. Y ahora la Familia Real ya no es exactamente igual que antes, ni salen los mismos y mismas en las fotos de familia, o saludando en Palacio al pequeño Nicolás.

Las máquinas del tiempo son drones locos. Un año son 365 días de ocurrencias. El mundo ha pasado a ser un lugar imprevisible. España ha pasado a ser algo indefinible. Las encuestas se han convertido en el oráculo de los políticos. Las encuestas, que son las últimas en enterarse; a veces incluso se queman en la cocina. Y, para colmo, llega 2015, un año de elecciones.

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