Puerta de los palos El Fiscal

La era de la tintorería

DÁBAMOS por perdidas la figura del cobrador, las papeletas de sitio escritas a mano, el cartel que recordaba los viernes de vigilia en las casa de hermandad y las torrijas sin miel adulterada con azúcar. Hasta ahí hemos ido aceptándolo todo, pero el descubrimiento de los últimos días. Estaba en la tintorería, entre trajes de chaqueta y de flamenca, casi el fondo completo de armario de cierta hermandad. Reflexión rápida: ¿Ya no está dispuesto ningún hermano a lavar, al menos, la ropa de los sagrados titulares? Si cambiamos al hermano por la máquina del tinte, nos cargamos el alma. Y la Semana Santa sin alma no va por buena senda.

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