Desde mi córner

Luis Carlos Peris

El tiquitaca y Diego Costa se repelen

VAN a llevar razón los que opinan que jugar de ariete en la selección resulta complicado y que todo lo que no sea lo del falso delantero centro apenas conduce a algo bueno. Aunque el primer gran título, el de la Eurocopa que se ganó con Luis, vino de la mano de un pase al espacio que el ariete Fernando Torres aprovechó para batir a Alemania, viendo antier noche a Diego Costa empecé a dudar si no se estará en lo cierto con lo del falso nueve.

En la filosofía de fútbol que tanta gloria nos ha proporcionado recientemente no es fácil integrarse. Hay que ser muy bueno técnicamente aparte de tener reflejos felinescos para moverse en distancias cortísimas. En caso contrario es el balón el que te da a ti en vez de ser tú el que le dé a él. Eso del tiquitaca que algunos llegaron a calificar de seudofútbol o gilifútbol está sólo al alcance de elegidos para manejarse en una loseta tras reaccionar a una velocidad de vértigo.

Se dio el caso de que Diego Costa, extraordinario futbolista según tiene archidemostrado en su club y en cuantos equipos se aprovecharon de su duro peregrinaje, estaba como gallo en corral ajeno. Se situaba inadecuadamente y lo que más llamaba la atención fue su dificultad en los controles. El tiquitaca le jugó en contra y me lo imagino echando de menos los pelotazos al espacio que en el Atleti le envían Arda o Coke y muy incomodado con esa circulación vertiginosa.

No quiero decir que el brasileño que eligió jugar con España no vaya a cumplir con las expectativas creadas con su difícil decisión, pero tendrá que hacer un curso acelerado para integrarse en esa maquinaria tan de relojería como es la selección española. También podría caminarse a la inversa y es la de adaptarse al fútbol largo que tan bien le viene a Costa para esos momentos en que las urgencias primen sobre la excelencia. Ahora bien, sólo para esos momentos, nada más.

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