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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

EL cardenal arzobispo de Barcelona, monseñor Sistach, ha dado una conferencia en Sevilla en la que, tal como se recogía en la página 17 de nuestra edición de ayer, ha advertido sobre el excesivo boato de las cofradías y ha dicho que la también excesiva espectacularidad de las procesiones oculta en muchas ocasiones la riqueza sacramental de los cultos. Casualmente, en una carta al director (página 4), un lector refería cómo en un foro con jóvenes uno de ellos preguntaba cuándo las hermandades iban a incrementar su aportación económica para aliviar la pobreza de la ciudad "en vez de gastar tanto dinero en lujos". Observamos cómo fuera de Sevilla, y dentro, ha tomado cuerpo el tópico de que la labor de las cofradías se reduce a organizar la Semana Santa más barroca del mundo, y cómo la armoniosa conjunción de pasos de misterio y de palio, tallas de inmensa categoría artística, artesanía en los detalles, música específica- "es la primera vez que veo lo que oigo", dijo el compositor ruso Igor Stravinski al escuchar una banda en una procesión- y jubilosa devoción popular es percibida sólo como una muestra de ostentación, sin que trascienda más allá de esta superficial y simplista visión las múltiples y calladas acciones de las hermandades sevillanas. Parece que no se repara en su labor formativa y asistencial; en la función que desarrollan como elementos vertebradores; en su vitalidad dentro del tejido social y de la Iglesia, como prueba el auge del movimiento cofradiero en barrios populares allende el Centro, tales como El Cerro del Águila, el Polígono de San Pablo y Heliópolis, entre otros muchos; en los templos que mantienen abiertos y en perfecto estado de conservación con las aportaciones de sus hermanos (¿cuántas restauraciones tipo El Salvador y Santa Catalina han ahorrado merced a esta labor de preservación patrimonial?) y en los talleres artesanos que sostienen con sus encargos. Si el cardenal de Barcelona albergaba dudas, en la página contigua a la de su conferencia aparecía, bajo el título Donde es Semana Santa todo el año, un reportaje sobre el economato social de la calle Peral, que atiende a los más desfavorecidos merced a la colaboración de 24 hermandades. Y, como se decía en el texto, "sin fe no hay quien mueva estas montañas de azúcar, de aceite, de café, de lentejas".

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