La ciudad y los días

Carlos Colón

La tormenta Gala

VA Antonio Gala y dice que el islam "está mirando con ojos codiciosos" a lo que fue Al Ándalus", advirtiendo que "quizá un día tengamos que defendernos del islam". Y se arma la marimorena. Antonio Gala es sobradamente conocido por sus posiciones laicistas no precisamente moderadas, y por sus duras críticas (ataques, dirían algunos) a la Iglesia católica. De él son, por ejemplo, estas palabras: "Predicar sin dar trigo, como la Iglesia, es lo que hace el PSOE, en cuanto a la laicidad. Las conquistas de la Democracia se han hecho contra las religiones, no gracias a ellas. Pero los privilegios políticos, sociales, económicos y simbólicos de la Iglesia en España son mayores que otros cualesquiera del mundo nuestro. ¿Quién piensa aquí que no excluir las convicciones religiosas de lo público mutila la condición humana? Pues es una verdad como un templo en nuestra realidad aparente. España no se opondrá, con razón, a ningún fundamentalismo sin ser en serio laica. Las posiciones, si son enfrentadas, deben parecerlo. Fuera paños calientes. Ya está bien de atribuir a dogmas e infalibilidades el carácter de entramado social. Al César lo que es del César".

Cuando Gala se manifiesta así puede irritar, cabrear o generar polémica. Pero nada parecido a la tormenta (en un vaso de agua tal vez, pero tormenta al fin) que han desatado sus palabras sobre el islam que son, comparadas con las que dirige al catolicismo, una caricia; casi una licencia poética ya que posteriormente aclaró: "No olvidéis lo que hoy en broma os digo porque quienes aman siempre desean poseer incluso el cadáver de quienes amaron". La alusión a la amenaza real (aunque afortunadamente con pocas probabilidades de convertirse en realidad) de reconquistar Al Ándalus, varias veces expresada por Al Qaeda, se mezclaba así con la poesía en la tradición de la nostalgia por el paraíso perdido de la gran cultura arábigo-andaluza que Gala tantas veces ha celebrado.

A mediodía de ayer la noticia registraba en nuestra edición digital 111 comentarios. Es un síntoma. Estoy convencido de que si Gala se hubiera referido, como habitualmente hace con mucha mayor dureza, a la Iglesia católica, habría suscitado un interés polémico mucho menor. En esta sociedad en la que, afortunadamente, todo puede decirse -hasta lo que no se debería decir, por poner en cuestión valores constitucionales o instituciones esenciales-, al parecer hay cosas que no pueden ser dichas, aunque sea con la elegante corrección con que Gala se ha expresado. ¿Autocensura? ¿Miedo? ¿Exceso de corrección política? ¿Intolerancia disfrazada de tolerancia? Quién sabe.

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