La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Lo que traía guardado la Cuaresma

Cuaresma de pesadilla la que estamos pasando desde aquel Miércoles de Ceniza en que el fantasma del coronavirus era sólo eso, un fantasma. Fantasma inofensivo que campaba a sus anchas en tierras tan lejanas que parecía impensable que fuese a influir en nuestras vidas. Arrancaba la Cuaresma, Jesús ya se había retirado al desierto a prepararse para la Redención y nosotros íbamos de un acto a otro. Y entre acto y acto, uno muy entrañable bajo la excusa de las bodas de oro matrimoniales que iba a celebrar el convocante, que no era otro que Rogelio, el eximio tabernero de Plaza Nueva. Un cuarto de cabales con media docena de comensales y entre ellos un querido compañero que anda a machetazo limpio en una habitación de hospital. Sé, Paco, que vas a ponerte bien, pero quién iba a imaginar aquella tarde nada de lo que nos traería esta puñetera Cuaresma.

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