La esquina

josé / aguilar

Se trata de que Sánchez caiga

OBNUBILADO a medias por su ambición y por una pésima lectura de sus resultados electorales, Pedro Sánchez no se da cuenta de la trampa en la que está cayendo, que cada día que pasa se hace más inexorable y desembocará, si no se remedia, en la celebración de nuevas elecciones generales. Una salida fallida para él: solamente puede beneficiar a PP y Podemos, sus dos grandes contrincantes.

Es una trampa curiosa porque quien está llamado a ser la víctima participa activamente en su activación. Después de haber sacado los peores números de la historia electoral del PSOE, Sanchez se engolosina con la posibilidad de llegar a la Presidencia del Gobierno pactando con Podemos y unos cuantos más. Sus enemigos internos, con Susana a la cabeza, le hacen ver algo que comprende hasta un niño de pecho: que Pablo Iglesias no quiere que él sea presidente, sino sustituirle como referente de la izquierda española, y que no podría, aunque quisiera, renunciar al referéndum independentista en Cataluña.

Pedro asume este axioma elemental y, con él, la áspera verdad de que su candidatura a la investidura es una entelequia. Un espejismo que le distrae de la situación real. Pero previamente se ha cerrado la puerta a la salida más racional a la crisis institucional salida del 20-D: llegar a un pacto de legislatura entre los partidos que defienden la Constitución, la unidad de España y la soberanía nacional, con un programa de reformas para sacarnos de la crisis durante una legislatura corta. Es lo que se hace actualmente en 22 de los 28 países de la Unión Europea.

Pues no: lo primero que anunció Sánchez es que no dejará, ni con su voto ni con su abstención, que siga gobernando Mariano Rajoy o cualquier otro del PP. Han pasado dos semanas y eso no cambia. Al contrario, los barones y el comité federal del PSOE en pleno es lo único que le aplauden al secretario general. Con lo cual le cierran toda posibilidad de éxito en la gestión de esta nueva etapa política. Lo encauzan hacia un objetivo que no existe (su propia investidura) y le impiden un objetivo menos glorioso, pero posible y conveniente para el país (la investidura de Rajoy, que resultó ser el cabeza de lista más votado).

Fracasado en las elecciones y empujado a este doble fracaso derivado de aquéllas, Pedro Sánchez enfilará a su pesar el camino que le llevará a la caída en el PSOE. Que es de lo que se trata en todo este lío.

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