ESPAÑA es un país sin Gobierno y, al parecer, sin posibilidades de tenerlo. A diferencia de Bélgica, que es el único que nos precede, España es un país; Bélgica es un no país, un Estado dividido entre dos comunidades que cavaron una trinchera idiomática. Por tanto, no hay comparación posible. Sin una alternativa al PP de Mariano Rajoy, y no la hay, el único modo de justificar el bloqueo por parte de la dirección del PSOE son las trincheras, la apelación a dos modos irreconciliables de concebir el país. La exaltación de la diferencia. Se está construyendo una realidad que había sido superada, Rajoy no es Le Pen ni es Trump ni es Maduro ni es Chávez ni es Calvo Sotelo, es un dirigente que merece una oposición, pero no un bloqueo que ponga en riesgo la estabilidad del país. ¿Cómo cree Sánchez que piensan los 7,5 millones de electores que votaron a Rajoy? Se dirá que el secretario general del PSOE está para pensar en sus electores, y es verdad, pero es una verdad incompleta: la virtud del PSOE, la ventaja histórica del PSOE frente a otros partidos, la superioridad moral del PSOE es que ha sido útil al país, a España. Los partidos flamencos no piensan en los valones, aunque ambos formen parte de la misma internacional. No del mismo país. Vale, de acuerdo, convirtámonos, arreglemos todo esto en las trincheras.