Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

El turista accidental

AL margen de las vicisitudes de la política, la labor de gobierno exige estar pendiente de todo lo que importa en la economía real, y si hay una cuestión que no admite ninguna distracción es la gestión del turismo. La Feria Internacional de Turismo, Fitur, es la referencia más destacada del sector, y como todas las ferias desde la antigüedad es un lugar de encuentro donde efectuar presentaciones y cerrar contratos. La tecnología ofrece tantas posibilidades para conocer virtualmente casi cualquier oferta turística, que en algún momento suplantará -al menos parcialmente- a las ferias tal como hoy las conocemos; sin embargo, la negociación de las compraventas turísticas sigue requiriendo, en algún momento, presencia física e interacción.

Hay una cuestión que me ha llamado la atención de las palabras del consejero andaluz de Turismo y Comercio, Rafael Rodríguez, y es su prudencia ante los resultados del turismo para este año, debido al entorno económico tan malo en que vivimos. Sabemos que el turismo nacional está en recesión, como no puede ser de otra forma en un país agobiado por el paro, los impuestos, la reducción de los salarios, y la falta de expectativas, y que sólo el turismo internacional está ayudando a mantener la actividad. En momentos anteriores la depreciación del tipo de cambio ha ayudado sustancialmente a la recuperación, pues el turismo es sensible a los precios y la debilidad de la moneda local da alegrías a los que visitan un país. El tipo de cambio es indiferente para los visitantes de la Eurozona, pero la zona se encuentra en situación delicada, con paro y un crecimiento plano que influye en el posible turista.

La búsqueda de nuevos mercados tiene el inconveniente de la fuerte apreciación del euro como moneda internacional. En los últimos diez años el euro se ha apreciado un 20% frente al dólar, moneda con la que se realizan muchos contratos, no ha bajado de 1,20 y ha llegado al 1,60 en plena crisis; algo similar ha ocurrido con la libra. La paridad de 1,33 euro/dólar perjudica seriamente a nuestro turismo, y aunque tiene la ventaja de poder comprar más barata la energía, es un lastre en los momentos actuales. A otros países de la Unión Europea como Alemania no les afecta porque sus exportaciones no son elásticas al precio, pero a nosotros sí. La llamada guerra de las divisas lleva a los bancos centrales de Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, China, Brasil, Corea del Sur, Rusia, por citar sólo algunos, a una política de compras de títulos y crediticia expansiva, que tiene su reflejo en la depreciación de las divisas, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) da temporalmente liquidez, pero nada más. La fortaleza del euro quita estímulos al turismo que pudiera venir de estos países, y hay competidores como Turquía que deprecian también sus monedas. Si a esto añadimos el impacto de la subida del IVA, hay motivos para la preocupación.

Ésta es una cuestión que el Gobierno debería plantear, ya que parece que sólo tenemos una posición pasiva y culpable ante las instituciones europeas, cuando en realidad hay países y sectores que se han beneficiado, y lo siguen haciendo, de una determinada política del banco central.

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