Fragmentos

juan ruesga navarro

La última riada

El riesgo se magnifica si no se sigue con la supresión de viviendas en zonas inundables

El 25 de noviembre de 1961 Sevilla sufrió su última gran riada. Después de tres días de lluvias continuadas, el muro de defensa del arroyo Tamarguillo se rompió y las aguas ocuparon gran parte de la ciudad. Más de treinta mil viviendas quedaron inhabitables y miles de sevillanos literalmente en la calle. La ciudad quedó cubierta por un manto de agua color café con leche. Algunos compañeros de colegio fueron recogidos con urgencia por sus familiares con miedo e incertidumbre. La catástrofe fue de enorme magnitud. Se dispusieron refugios para alojar a las familias, con los pocos medios del momento. Sevilla tardó tiempo en recuperarse y con esa memoria se emprendieron obras en los arroyos y nuevas cortas en el río. Conviene recordarlo al conocer las recientes inundaciones y desbordamientos de ríos y ramblas del Levante peninsular, con víctimas y cuantiosos daños. ¿Son evitables o estamos a merced de las inclemencias de los elementos? Aunque el clima esté cambiando, no debemos olvidar que todos estos sucesos vienen de antiguo. Basta recordar el viejo refrán "Septiembre o seca las fuentes o rompe los puentes". Las crónicas de riadas e inundaciones en estas fechas confirman el dicho. Es conocido el libro de Borja Palomo Historia crítica de las riadas y grandes avenidas del Guadalquivir, en el que se citan 56 crecidas del Guadalquivir a su paso por Sevilla desde el año 1403 al 1800. Uno de los cambios más importantes y decisivos de nuestra ciudad en el siglo XX han sido las obras para las defensas de las inundaciones del Guadalquivir y los desvíos de los arroyos circundantes. Se puede seguir la expansión y crecimiento de Sevilla al paso de las mejoras hidrográficas. La Expo 92 se realizó en los terrenos que quedaron protegidos después de la realización de la corta de la Cartuja, que encauzaba fuera de Sevilla las posibles crecidas del Guadalquivir. Todo está bien reseñado y analizado en las publicaciones del ingeniero Mariano Palancar sobre la relación de Sevilla y el río Guadalquivir.

Desde el año 2007 España dispone de Mapas de Peligrosidad y Riesgo elaborados por las Confederaciones Hidrográficas siguiendo directivas europeas, que también existen para las zonas costeras. Y se han realizado mejoras en embalses, encauces, desvíos, muros de defensa, alcantarillados y tanques de tormentas. ¿Qué ha pasado entonces? Pues que no han sido suficientes y que siempre hay riesgo en un país en el que la mayoría de los ríos tienen carácter torrencial, con un caudal que puede variar de 6.000 metros cúbicos por segundo a estiajes de sólo unos pocos metros, como nos recuerda Palancar. Riesgo que se magnifica si las indicaciones de los planes se ignoran, no se sigue con las mejoras, el mantenimiento de las ya realizadas y con el control y supresión de viviendas en zonas inundables. De vez en cuando, dicen los castizos, "el río saca las escrituras" y reclama los terrenos que le eran propios. Puede que tarde años, pero el agua termina volviendo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios