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Charo Ramos

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La última rosa

La floristería Los Claveles de la calle Amor de Dios cierra sus puertas tras exornar durante 45 años la ciudad

Podrán cortar las flores pero no podrán detener la primavera". Para los clientes de la floristería Los Claveles, abierta desde 1975 y hasta que arreció la pandemia, el aserto de Pablo Neruda alude al afán de la vida y la belleza por imponerse en las circunstancias más hostiles. El proyecto de la familia López Barreto, que este año cumplió 45 años perfumando Sevilla desde la calle Amor de Dios, cierra sus puertas por la jubilación de su propietario José Antonio, Pepito aún a sus 70 años. Las hermandades procesionales que eran exornadas por Los Claveles, desde la Soledad de San Lorenzo a la Exaltación de Santa Catalina, fueron las primeras en lamentar que la firma no pudiera acudir a una cita marcada en rojo en el calendario de maravillas efímeras de la ciudad. En el barrio, con tantos negocios cerrados o ajustándose a la nueva normalidad, todavía no hay conciencia de que perdemos una de las voces más autorizadas del sector en toda España. Con Los Claveles hemos celebrado los nacimientos, honrado a las madres, nos hemos enamorado incluso. Es la tienda donde siempre quedamos satisfechos, el consejo que nunca falla ("no riegues nunca de más, abona en primavera, trasplanta en invierno"). Y así, años después, las orquídeas que compramos aquí florecen de invierno a primavera, las kentias están robustas y las bromelias resisten.

José Antonio López Barreto y su equipo encarnan esa Sevilla tan culta y cosmopolita como orgullosa de sus tradiciones más populares. Ampliaron su formación en Alemania pero las subastas holandesas de tulipanes o el ikebana japonés no tenían secretos para ellos. Podías hablarles del mercado de flores de Columbia Road en Londres y del último huerto urbano de Sevilla o de los invernaderos de Lebrija. Lamentaron durante años que, a diferencia de otras grandes capitales europeas, aquí en tantos hogares y establecimientos se vieran (el gran anatema) flores de plástico. Fueron pioneros en traer a Sevilla especies exóticas, y en defender las flores amarillas como símbolo de alegría, armonía y optimismo. Y tras cerrar las puertas por la emergencia sanitaria, han reivindicado desde las redes sociales los beneficios terapéuticos de las plantas en casa, "es como tener de vuelta a la naturaleza", y la flor del cerezo, asociada a la fragilidad de la vida. Hace unos días varios clientes nos asomamos a la puerta para saludar a Pepito y nos anunció con gran tristeza el final de la aventura. Un señor con mascarilla se erigió en portavoz del sentir común y dijo que no sólo íbamos a comprar. "Venimos hasta aquí para hablar y aprender con usted". Pepito nos regaló una rosa natural preservada que aguantará un año si no la exponemos al sol. Parafraseando a otra chilena, Isabel Allende, esa rosa roja durará menos que nuestra nostalgia por Los Claveles.

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