LAS organizaciones políticas y sindicales que existen en el entorno de ETA, la denominada izquierda abertzale, pretende forzar un anuncio de cese del uso de la violencia por parte de la banda terrorista. La estrategia trazada por los líderes independentistas vascos que nunca han condenado la barbarie etarra es presionar a la cúpula criminal con pronunciamientos sucesivos y escalonados a favor del abandono de las armas a lo largo del presente mes de junio. Con ello quieren conseguir que ETA asuma esa tesis: renunciar a la violencia como método para conseguir sus objetivos políticos y usar sólo medios pacíficos. El hecho de que la banda lleve desde agosto sin cometer atentados y que exista un debate interno sobre la oportunidad de desterrar la violencia, alienta al mundo abertzale a pensar que ETA podría dar el paso. En caso de que un sector de la organización terrorista no se sintiese concernido por esta apuesta por las "vías pacíficas y políticas", los promotores de esta acción política tienen pensado desmarcarse en público y con rotundidad de ETA. Sinceramente, esta disyuntiva no nos convence. El único camino asumible en democracia es que los terroristas disuelvan su organización, se rindan entregando las armas y rindan las cuentas pendientes ante la Justicia. Han sido ya demasiados los amagos de los violentos, con treguas que siempre acaban rompiendo con más muerte. Por eso lo único aceptable es que ETA desaparezca. Y hasta que eso no se produzca tampoco es viable retroceder en la vía de legalizar los partidos bajo los que los terroristas y los que los amparan se han venido presentando a las elecciones hasta que se promulgó la vigente ley. Tras cuatro decenios en los que los terroristas han preñado a España de dolor y rabia por las vidas perdidas o marcadas para siempre por sus terroríficas acciones, no cabe cambiar las reglas del juego. En ese sentido, celebramos que la primera reacción del Gobierno, a través del Ministerio del Interior, haya sido proclamar que no se confía en el éxito de esta estrategia y que sólo le otorgarán credibilidad si ETA desaparece definitivamente o si la izquierda abertzale rompe con la banda optando Batasuna por ser una opción política vasca más. Sin ventajismo ni chantajes.

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