La ciudad y los días

carlos / colón

t urina, una noruega y s evilla

SOBRE la rentabilidad social de la inversión de dinero público en cultura se puede y debe discutir mucho, porque mucho se ha despilfarrado en aventuras supuestamente creativas que han generado una perezosa seudo vanguardia subvencionada. Lo que está, o debería estar, fuera de toda discusión es la inversión pública en el patrimonio. Qué sea este tampoco admite discusión: lo heredado del pasado, filtrado por el juicio del gusto a través del tiempo y por lo tanto un valor seguro que debe ser protegido y difundido. El conocimiento de este valor cultural seguro crea comunidad, arraigando en un pasado común a la vez que abriendo la sensibilidad a otras culturas y al futuro: quien conoce a los clásicos no recela de lo ajeno ni se cierra ante lo nuevo, porque tiene criterio para juzgar a partir de un gusto personal educado.

El aprecio de los clásicos -en el sentido fuerte de la palabra: lo que por su excelencia se tiene por modelo digno de conocimiento, ya se trate de lo antiguo o lo moderno- es el mejor antídoto contra estrecheces, prejuicios, localismos y fobias. Protege tanto de la cerrazón localista como del indiferentismo de la papilla global. Los clásicos son eternamente contemporáneos, tienen una emoción nueva que proponer y una palabra nueva que decir a cada generación, están siempre por descubrirse, nunca se agotará su potencial expresivo, nunca se dirá una última palabra sobre ellos.

Por eso, al leer la entrevista del amigo y compañero Pablo J. Vayón a Benedicte Palko, pianista noruega afincada en Sevilla y alma del Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina, pensé que es urgente que el Ayuntamiento y la Diputación de la ciudad natal del músico que le dedicó una gran parte de su obra colaboren con este Festival que la buena de Palko saca adelante cada vez con menos apoyos oficiales. Para la anterior edición el Ayuntamiento le concedió 25.000 euros. Para esta, ninguno. Señores míos: Turina y Castillo son los dos mayores músicos sevillanos del siglo XX y dos de los más destacados de la música española. Échenle una mano a esta noruega que hace por su memoria lo que los sevillanos no hacemos. Seguro que un sevillano no tendría ningún problema para montar en Bergen, su ciudad natal, un festival Edvard Grieg. Ni falta que hace, ya se encargan los noruegos: el Grieg in Bergen ofrece 40 conciertos a lo largo de diez semanas todos los veranos. ¡Qué envidia!

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