NO, si al final va a tener razón de ser el estadio. Para lo que se levanta cualquier estadio que se precie, no; para eso no tiene ninguna utilidad el mal llamado Estadio Olímpico, que competiciones deportivas de elite pueden contarse con los dedos de las manos las que se celebraron ahí tras aquel Mundial de Atletismo del 99. Un par de partidos del equipo nacional de fútbol, dos finales de Copa, una de la UEFA y pare usted de contar. Y ahí languidecía la idea salida de la sesera de Alejandro Rojas-Marcos, pero mire usted por dónde la utilidad se ha encontrado y es que Dios escribe derecho con renglones torcidos, todos los caminos conducen a Roma, no hay mal que por bien no venga y así en este plan. Unos conciertos multitudinarios por aquí, una beatificación por allá y, ¡eureka!, ahí la causa por la que hace 11 años se inauguró un costoso recinto que va camino de ser de todo menos deportivo.
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