TANTOS años acojonados, con la bota de Lenin, de Stalin sobre todo, de Kruschev y la compaña, con el siniestro Beria ejecutando y deportando a Siberia a manojitos, lo lógico es lo que ocurre cuando el yugo desaparece. Y eso lógico es que se comporten como auténticos salvajes que dan rienda a sus perversos instintos en cuanto tienen ocasión. Así es el comportamiento de esas mesnadas de rusos que andan dando palizas a este lado del muro que ya no existe. Es como si hubiesen descorchado el champán para que la violencia salga a borbotones. Y en el ínterin de la cosa, el sarcasmo del heredero de aquellos canallas que manejaron al pobre pueblo ruso. Tras los escandalosos sucesos de Marsella y de Colonia, el inefable Putin ha dicho que no se comprende cómo doscientos rusos han podido con miles de ingleses. O sea, que además de salvajismo, cachondeíto.
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