ERA sábado tal día como el de hoy de hace dieciocho años, los pájaros se caían por la calor y todo un país veía sobrecogido cómo las manecillas del reloj del tiempo iban imparables hacia las más nefastas cinco en todos los relojes de la tarde. Un chaval había sido secuestrado por el grupo criminal que más sufrimiento ha acarreado en ésta nuestra tierra de garbanzos y junto al secuestro el ultimátum bajo una petición tan innegociable como la de acercar a los criminales a sus orígenes. Fue un sábado que rompería en fatal cuando los teletipos de todos los periódicos del mundo alertaron con sus campanillas que a Miguel Ángel Blanco lo habían asesinado en los montes de Lasarte. Fue el 12 de julio de 1997 y en este otro 12 de julio vemos como en una película de terror que muchos de aquellos que nos sobrecogieron con su barbarie llevan las riendas de este pobre terruño.