UNA de las cosas más interesantes que se pueden poner en práctica cada día, y en verano aún más, es conocer a los demás. Dar una oportunidad a la gente, a nuestro alrededor. A conocidos (que tal vez conocemos poco) y a desconocidos. Alimentar relaciones, amistades. A ver: no es cuestión de ir a lo loco, saludando a todo el mundo, forzando conversaciones o pescando contactos de manera que se puede dar pie a incorrectas interpretaciones al otro. Hablamos de estar cordialmente receptivos. De bajar la guardia en prejucios y recelos. A tener más disposición a oír, a conversar y a ayudar. Hablamos de relacionarnos para ampliar nuestro mundo (y no exactamente de inquilinos de colchón). La cordialidad no significa más cosas. En una grandísima proporción la simpatía es sólo eso: una mano tendida a la amistad. Amigos y amigas que nos ayudan a convertirnos en mejores personas y en personas más interesantes.
Para ponerlo en práctica, y sin red (sin red social), cualquier relajada tarde o cualquier festiva noche nos dan facilidades para reforzar amistades o encontrar nuevos amigos. Para tímidos o desorientados, una brújula fácil: debemos estar dispuestos a ese encuentro, a esa charla con los demás. Con una sonrisa, que es buen imán siempre en un primer contacto visual, y sin rictus que delate que estamos aburridos o amargados. Cualquier excusa alejada del "¿estudias o trabajas?" permite tras un contacto iniciar una charla sencilla, de aproximación. El tiempo, el lugar o los niños deben dar paso a las anécdotas, a un comentario de la actualidad que, si se da el caso, puede permitir una conversación más prolongada si no se tiene la sensación de estar cayendo pesado. Nada de enfermedades y dolencias , de opiniones polémicas o demasiado personales. Y ningún comentario impertinente. El verano, con esas vacaciones que deberían ser una tregua en todos los aspectos, es el mejor momento para hacer nuevos amigos sin necesidad de facebook.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios