Ante el auge de los narcotours para visitar los escenarios de la vida de Pablo Escobar el alcalde de Medellín ha comunicado a los asistentes al XXIII Congreso Nacional de Agencias de Viaje y Turismo: "Los turistas que visitan Colombia con el objetivo de conocer la vida de delincuentes como el fallecido capo del narcotráfico, y quien venga a hacer apología al delito, no son bienvenidos. Resulta increíble que lleguen tantos visitantes a la ciudad para ir a la tumba de Escobar o al Edificio Mónaco. Por ello actuaremos frente al tema de la memoria con una estrategia antimafia. A esos turistas se les acabó la fiesta porque vamos a derribar esa edificación y ahí vamos a construir un parque en honor a las víctimas de la violencia". Ya se verá qué puede lograr el hombre frente a la explotación de la imagen de Escobar -su vivienda en el Edificio Mónaco, su Hacienda Nápoles convertida en parque temático o su tumba- por narcotours incluso promocionados por uno de sus sicarios que se presenta así: "Hola, soy el asesino de confianza de Pablo Emilio Escobar Gaviria".

¿Una rareza colombiana? No. Una universal atracción morbosa por el mal tan antigua como el ser humano. Que el crecimiento del turismo ha convertido en la industria del llamado Black Tourism. En el origen estarían las visitas a la cámara de los horrores del museo de Madame Tussaud, las celdas de la Torre de Londres o el más reciente The London Dungeon, un recorrido con actores y decorados por los horrores reales o literarios más populares de la ciudad, desde el histórico Jack el Destripador o un ahorcamiento en Newgate al ficticio barbero Sweeney Todd que degollaba a sus clientes para que su compinche Nellie los convirtiera en pasteles de carne que vendía en su taberna.

El problema es que la reducción de todo valor a mercadería y el turismo de masas han subido de escala convirtiendo al narcoterrorista o los lugares dignos del más sobrecogido respeto, como Auschwitz que ha cuadruplicado el número de visitas, en atracciones para un creciente turismo negro sin educación, sensibilidad ni conocimientos que no siempre guarda el respeto y la compostura que lo que allí sucedió exige: el mayor y más horrendo crimen de la historia, el lugar en el que la Humanidad tocó fondo, el escenario del fracaso de los ideales de la Ilustración y la modernidad tecnocientífica. No todo está en venta. ¿O sí?