La ventana

Luis Carlos Peris

Un verano que roza la perfección

TOCANDO madera, cruzando los dedos y con la pata de conejo viajando en el bolsillo me solazo en proclamar que estoy viviendo el verano más bonancible de los muchos que vi pasar. Si exceptuamos los días que rodearon al de la Virgen del Carmen, este verano tiene poco que envidiarle a esos del Norte en que la rebeca se hace imprescindible. Bueno, envidiarle tampoco, ya que este verano nuestro no registra esas tormentas que te impiden la vida al aire libre y en el que para ir a la playa no hace falta asomarse a la ventana. Es un verano que roza la perfección y en el que apenas se necesita el uso del hitachi, artilugio siempre imprescindible en esta época para vivir. Aun así y mirando el almanaque, un servidor prefiere no darle tres cuartos al pregonero a la vez que toca madera y cruza los dedos en previsión de lo que está por venir, que aún es demasiado.

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