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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Un vestuario no es Versalles

Los desencuentros entre el médico y el entrenador son habituales en el día a día de todo equipo de fútbol

NADA menos parecido a lo versallesco que el trato en el día a día de un equipo de fútbol. En todos los vestuarios afloran los problemas por la tensión y el vértigo de lo que está en juego y si proliferan los roces entre los futbolistas, unas veces por celos y otras por una entrada más a destiempo de lo normal en el entrenamiento, tampoco faltan a lista los roces entre el entrenador y el médico. Desde que el fútbol es fútbol raro es el entrenador que no discute alguna vez con el galeno, sobre todo porque los tiempos de recuperación no andan a la misma velocidad, la adecuada según el doctor y desesperantemente lenta para el técnico.

En este coletazo de año ha salido a la luz pública una colisión entre el entrenador y el médico del Sevilla, con lo que se demuestra palmariamente que no hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera bajo estas lluvias tan tardías como cuantiosas. Servidor de Dios y de usted podría escribir un libro de grueso volumen con los casos que viví de desencuentros entre el médico y el técnico de turno. Esas discusiones tras el último entrenamiento de la semana por el futbolista que no llega al partido siempre por culpa de un médico que no cura en el tiempo que desea el entrenador han sido moneda de uso corriente en todos los vestuarios, por lo que no cabe sorprenderse por esto último.

Unos con peor estilo que otros, recuerdo cómo el gran Miguel Muñoz emboscaba en la ironía su malestar porque Scotta no terminaba de recuperarse o Bertoni esgrimía su enésima contractura lumbar para que el irrepetible Antonio Leal tuviese que soportar la cara menos amable de Muñoz. O cómo Carriega discutía en Nervión con Leal y en Heliópolis con otro médico inolvidable, José Miguel Benavides. Y es que los entrenadores preferirían tener de médico a la mismísima Virgen de Fátima para que los problemas se solucionasen en un abrir y cerrar de ojos, pues resulta que si un futbolista es importante, más aún lo es cuando está lesionado y... el equipo no gana.

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