La ciudad y los días

carlos / colón

Las víctimas no son culpables

SE está montando, con cierto disimulo, una campaña infame y cobarde contra Charlie Hebdo difundiendo sus groseras e insultantes portadas para "explicar" el ataque asesino que ha sufrido. Esto se hace por miedo a enfrentarse a la realidad e irritar a quienes responden degollando, disparando o poniendo bombas cuando se sienten insultados. Se habla mucho estos días del peligro de la islamofobia, olvidando que fobia tiene dos sentidos: aversión obsesiva contra alguien o algo y temor irracional compulsivo. Por lo que islamofobia significa tanto odio como miedo al islamismo. De la islamofobia como aversión que puede generar patologías racistas y xenófobas que carguen contra todos los musulmanes las culpas de los fundamentalistas se está alertando. Pero nada o muy poco se dice de la islamofobia como miedo a un conflicto de difícil y peligrosa solución porque los radicales son muchos más de los que se reconoce, dominan extensos territorios, están infiltrados en las sociedades occidentales y decididos a morir matando. Y este miedo (o prudencia) está paralizando desde hace demasiado tiempo la respuesta eficaz y realista a los atentados sufridos en Estados Unidos, Argentina, España, Reino Unido, Francia, Rusia, Kenia, Tanzania, Nigeria, Turquía, Líbano, Irak, Jordania, Israel, Argelia, Egipto, Túnez, Arabia Saudita, Marruecos, India, Sri Lanka, Pakistán, Indonesia, Filipinas o China. Esto es obra de algo más que una minoría de locos fanáticos.

Desde siempre Charlie Hebdo apuesta más por el mal gusto que por el ingenio, más por la grosería que por el razonamiento, más por el insulto que por el diálogo. El grueso calibre de su humor comete injusticias manifiestas como, en plena expansión del terrorismo islámico, situar en un mismo nivel al islamismo radical, al cristianismo y al judaísmo. ¿Y qué? Uno de sus enemigos declarados es la religión, fundamentalista o no, violenta o no. En una de sus portadas el Corán, la Biblia y la Torá aparecían como tiras de papel higiénico. Y las ha habido mucho peores, dirigidas por igual contra musulmanes, cristianos y judíos. ¿Y qué? Mantenía la larga tradición blasfema del laicismo radical francés. Esto era sabido. ¿Y qué? Se pueden escribir artículos contra él o denunciarlo ante los tribunales. Y punto. No se busquen otras causas, apuntando al tono de Charlie Hebdo, porque se hace el juego a los terroristas. La islamofobia es igualmente peligrosa como odio y como miedo.

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