Es una paradoja curiosa el hecho de que, la mayoría de los famosos -de los famosos de verdad, me refiero, y no de los "mediastintas" que nos invaden por doquier-, una vez que han alcanzado una posición de prestigio, no sueñan sino, precisamente, con regresar a esa época cuando nadie los conocía, ni les paraban para pedirle autógrafos ni, sobre todo, se les perseguía para que dieran explicaciones sobre una intimidad que sólo a cada uno pertenece.

Sea como sea, a lo hecho, pecho y, agradecidos también con el favor del público, hay quien lo lleva con tanta naturalidad como Nieves Álvarez quien, ya hace unas semanas, me avanzaba la ilusión que le hacía bajar a Sevilla porque, de esta ciudad, es una de sus mejores amigas y porque, además, tras participar en la pasada edición del Salón Internacional de la Moda Flamenca -donde, por vez primera, se vio vestida de gitana- tiene una deuda pendiente con un entorno al cual vuelve esta misma semana -el miércoles, en concreto-, para participar en un "glamouroso" acto al que también asistirán otras mujeres tan conocidas como la bellísima -más por dentro que por fuera (con lo que, imagínense, la categoría humana que posee)- Laura Sánchez.

Ésta, igual que Nieves, ha optado por una realidad donde, a pesar del lujo -y de las tonterías, por qué no decirlo- por el que otras se dejan arrastrar hasta los abismos más profundos, prima una filosofía mucho más austera dentro de la que, la familia -hijos, pareja y familia-, tienen la última palabra. Invitadas por el Hotel Eme, las modelos serán el mayor reclamo de una fiesta durante la que se estrenará un disco de elegante música electrónica que contará, por si fuera poco, con un fondo tan excepcional como el de la sevillana catedral y su no menos señalada torre de la Giralda. Una excelente ocasión para reencontrarnos con estas dos "antidivas" de la pasarela que constituyen el mejor ejemplo para demostrar que, al final, una vida normal, tampoco debe pesarnos tanto.