NO podemos permanecer callados ni como cristianos ni como cofrades ante la aprobación de una ley que considera el aborto como un derecho ¡qué barbaridad! y que es justificada por la ilustre senadora y portavoz del partido del Gobierno como un medio anticonceptivo más ¡qué monstruosidad!; ley que ha sido aprobada gracias a los votos prestados de quienes se venden por un plato de lentejas presupuestarias.

Por ello, sin matización política de ningún signo y con absoluta independencia y libertad, sin que nada ni nadie se apropie de nuestros sentimientos, el próximo domingo todos hemos de hacer acto de presencia a mediodía en la Plaza Nueva para que quede constancia de nuestras convicciones, al tiempo que probamos que no sólo nos movilizamos cuando hay un paso en la calle. Ahí es donde tenemos que demostrar la verdad o la mentira de nuestros cultos y de nuestras salidas procesionales, pues el primero de los mandamientos que el Señor nos dejó fue amarle sobre todas las cosas y al prójimo como a Él mismo; y nada más débil que el no nacido.

Pero nuestra tarea como ciudadanos y como cristianos no puede terminar en una concentración de protesta; pues lo primero que hemos de hacer es tomar conciencia de la falta de formación que al respecto padece una inmensa mayoría de nuestra juventud, organizando para ello las necesarias actividades formativas donde, desde el seno de nuestras hermandades y del grupo joven, se les facilite a éstos la cada día más imprescindible educación sexual, que tergiversada y manipulada reciben en muchos centros. Ésta será, sin duda, la mejor forma de que nuestra sociedad pueda garantizar que empiece a disminuir el número de abortos hasta su total desaparición.

Y en aquellos casos en los que se dé el embarazo no deseado, facilitar a quien lo precise que acuda a las distintas asociaciones que hay en nuestra ciudad en defensa de la vida; asociaciones que merecen nuestra ayuda humana y económica, nuestro apoyo y nuestro reconocimiento, y la presencia de cofrades que se impliquen en su encomiable tarea.

Espero que el domingo los cofrades dejemos bien claro que a nosotros no sólo nos convocan los pasos en las calles.