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LA sentencia del Tribunal Constitucional en la que respalda la ley andaluza sobre la incompatibilidad de los cargos de alcalde, o alcaldesa, y diputado, o diputada, viene a conectar con la sensibilidad de la mayoría de ciudadanos que consideran a los que se dedican a la política como una especie de clase lejana, aunque luego piden el voto de proximidad, y que tienen la tendencia a acumular más de un cargo.

Éste, evidentemente, es un análisis simplista, porque también se puede defender el hecho de que los alcaldes, o alcaldesas, tienen una mayor capacidad de defensa de los intereses de sus representados en elecciones municipales, al pertenecer a un órgano de nivel autonómico, que les permite una serie de contactos que, de otra forma, no tendrían oportunidad frecuente de cultivar. Nadie dice, como es natural, que el Parlamento no les da el suficiente trabajo como para obstaculizar su labor al frente de los ayuntamientos. Tampoco esto es así en todos los casos porque mientras hay alcaldes, y alcaldesas, con una labor de mera presencia en el Parlamento, otros protagonizan una labor más destacada.

De todas formas es comprensible, y admisible, esta incompatibilidad, sobre todo teniendo en cuenta que, por ejemplo, en Galicia son ineligibles, es decir, que un alcalde, o alcaldesa, mientras que lo sea, no puede presentarse como candidato al Parlamento regional, y viceversa. Así que, en principio, todo responde a una lógica democrática, pero debajo de esto hay más cosas, como el hecho de que esta ley andaluza respondió, cuando se hizo, no a un intento de regeneración democrática, sino que su intención era la de que las figuras más representativas del PP, y con más caudal de votos, como son sus alcaldes y alcaldesas, no pudieran aportar su capital político al Parlamento andaluz, o sea, un puro interés político y partidista.

Lo lógico es que el PSOE hubiese defendido, a nivel nacional, la incompatibilidad de los alcaldes y alcaldesas con cualquier otro puesto representativo. Por ejemplo, Zoido, que tiene las Cinco Llagas al lado de su casa, no puede ser diputado andaluz, pero sí puede ser diputado nacional, senador, e incluso eurodiputado, sin incurrir en incompatibilidad. Curioso el tema, ¿verdad? En resumen, que el PSOE andaluz lleva razón en su planteamiento, y al PP no le interesa dar la impresión de que le da largas al tema. Todo no es tan claro, pero así es la vida.

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