TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

... Y viró el rumbo de la historia

El advenimiento de ese nuevo mesías laico que es Cristiano Ronaldo trazó la línea fronteriza entre dos épocas

PLEBISCITO, referéndum, adoración de los pastores, loor de multitudes, baño de fervor y de masas, el no va más, sufragio monocolor, desmesura, frenesí, delirio, entusiasmo sin límites, ovaciones sin tasa, vítores, alabanzas en grandes caudales y homenaje incondicional al gran icono, que, como no podía ser de otra manera, es futbolista y, cómo no, del Real Madrid. Puede decirse sin ambages que anoche, a eso de las nueve en cierto coliseo de Madrid, se trazó una línea que puede marcar la frontera que separe dos épocas, ya que después de esto nadie en su sano juicio podrá adivinar qué es lo que viene.

En pleno corazón de un tiempo de crisis en el que gran parte de la población está pasándolo fatal, una parte de esos que tan mal lo pasan aparcaron las penas y se fueron a ver en carne mortal a un nuevo mesías laico para comprobar que, efectivamente, existe. Se colapsó el Madrid rico, ese Madrid norte que abarca desde el barrio de Salamanca a Chamartín, para apiñarse en el gran coliseo que levantó Bernabéu gracias a los éxitos de Alfredo di Stéfano y recibir de forma multitudinaria al heredero directo de las esencias de don Alfredo, según esa hagiografía vigente y siempre en vela para propalar la magnificencia del mejor club del siglo pasado.

Ni siquiera con Figo tras ponerle los cuernos al Barça, ni con el gran Zidane, Ronaldo o Beckham se acercó el poder de convocatoria a lo de anoche en la Castellana. Y es que llegaba el nuevo Di Stéfano, también con el nueve a la espalda, como Alfredo. Le hubiese gustado más el siete, pero ya se sabe que ese número tiene propietario y a ver quién se lo expropia contra su voluntad. Era la fiesta más grande jamás contada y se celebraba el advenimiento del becerro de oro más valioso, el que más brilla para una sociedad que anoche aparcaba las penurias para acercarse al templo y postrarse ante las plantas de este Cristiano Ronaldo que cambió el rumbo de la historia.

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