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La tribuna

carmen Pérez

La 'virtú' del empresario

EN muchas ocasiones los conocimientos en un campo concreto pueden ser trasladables a otros diferentes dando buenos frutos. Es lo que sucede al leer El Príncipe, en donde encontramos que muchos de los consejos que Maquiavelo nos va exponiendo sobre cómo obtener y conservar los principados son perfectamente aplicables a cualquier parcela del comportamiento humano, incluido el empresarial, convirtiéndose en este caso en un tratado de cómo crear y mantener las empresas. Además, a través de sus páginas puede observarse que los rasgos que caracterizan la figura del príncipe, y que lo hacen tan virtuoso, son similares a los que presentan los empresarios, a los que, sin embargo, la sociedad no termina de reconocerles la enorme importancia del papel que desarrollan. Y conviene resaltarlo siempre, pero aún más en esta época de crisis porque dependemos de ellos para superarla.

Maquiavelo señala en su texto que es fundamental prever para triunfar, máxima también en el ámbito empresarial. Anticiparse es crucial para conseguir el éxito, y de ahí que las técnicas empresariales modernas se afanen por transformar la incertidumbre cuanto menos en riesgo medible. Saber lidiar la fortuna es la clave para Maquiavelo: el príncipe que sabe hacerlo es el que tiene virtú; y sin duda alguna, el empresario innovador, que no quiere simplemente obedecer sino que se atreve a crear, a innovar, a sacar de la nada; que es capaz de ver algo que todavía no es y lo hace realidad; que consigue ver las circunstancias que ofrece la fortuna en cada instante, está también lleno de grandes dosis de virtú.

También en sus deliberaciones sobre el dominio de la fortuna encontramos la mejor explicación de lo que es la competencia empresarial: la libertad de otros en acción es azar para nosotros. Sólo el que dispone de virtú sabe encararse a la fortuna para conseguir llegar más allá que el otro, al ofrecer un producto con más cualidades, mejores servicios, menor precio. Por si fuera poco, ante la competencia no procede permanecer inactivo si no se quiere perecer: jamás se debe dejar que prosiga un conflicto para eludir una guerra, puesto que no se elude sino que se difiere en perjuicio propio.

Otros muchos consejos pueden entresacarse del texto, como la importancia de la comunicación dentro de la empresa, de contar con los de abajo, la necesidad de cooperación para conseguir la estabilidad, o en palabras de Maquiavelo: es menester ser príncipe para conocer a fondo la naturaleza de los pueblos, pero ser del pueblo para conocer la naturaleza de los príncipes; o como la necesidad de primar el mérito, de demostrar predilección por los que sobresalen, trasladando su recompensa a quien engrandezca la ciudad por retribuir a cada empleado en función de su aportación a la creación de valor, aspecto que por otra parte sería tan necesario aplicar en el la función pública.

Ahora bien, como para el príncipe maquiaveliano, la virtú del empresario conlleva el uso de la fuerza. Y aquí, en este aspecto, y por el que ha sido tan injustamente calificado, es donde la enseñanza de Maquiavelo se vuelve más sofisticada. Violencia, sí, pero sólo la necesaria para asegurar la continuidad de la empresa. No se debe usar la fuerza sin necesidad, nos diría. Defendería, por supuesto, una ética empresarial con sus normas propias de actuación, muchas veces muy dura y distante de la ética propia de las relaciones interpersonales, pero asegura que no vale ser malo porque sí, aportando una razón contundente: es ineficiente. En otras palabras, trae cuenta ser ético, y es en esta línea donde se mueven los empresarios actuales.

El Príncipe está lleno de consejos útiles, y, de forma analógica, supone un canto de alabanza a la figura del empresario y un reconocimiento al enorme valor de la innovación. El empresario es incluso más virtuoso porque su labor se ve entorpecida con multitud de trabas burocráticas, tiene que hacer frente a un exceso de impuestos y tasas, y está sometido a unas normativas en muchas ocasiones excesivas. Todo ello hace que se conviertan en verdaderos héroes si logran iniciar su proyecto y posteriormente consiguen mantenerlo en el tiempo. En definitiva, es un libro lleno de sabiduría, muy aconsejable, especialmente para aquellos que desacreditan constantemente a la clase empresarial, porque con su lectura comprenderán que es imprescindible para mantener la sociedad del bienestar en la que vivimos.

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