LA nueva gripe es una enfermedad mucho menos preocupante que la tira de males sociales que han hecho estragos en el común de las familias, las empresas y las instituciones. La avaricia, la hipocresía, la mediocridad, la indiferencia y la ignorancia son virus que diezman por vía sociológica más que el que se intenta atajar en los aeropuertos, generando un estado de nervios que a buen seguro provocará trastornos graves sin fundamento en algunos vuelos. Cuando se lleva al paroxismo la parafernalia de la seguridad se incurre en excesos políticamente correctos.

Es una pena que la ciencia aplicada a la sanidad con tecnología de última generación no pueda utilizarse para curar de urgencia las pandemias de sociedades como la sevillana. El Hospital Virgen del Rocío dispone ya de una gammacámara para localizar tumores ocultos de difícil visualización. Lo bien que vendría para meter el bisturí en los organigramas atestados de inútiles y paniaguados. Y el Centro Nacional de Aceleradores, en la Cartuja, tiene un espectrómetro de masas para detectar los radioisótopos. Lástima que aún no se pueda utilizar para hacerle un centrifugado mental a las masas de canis y pijos que hemos de soportar.

Mejor nos iría si tuviéramos más empresas de biomedicina como Neocodex, con su formidable banco genético. Supo aprovechar el reclamo de la Feria para montar una reunión científica de primer nivel y sellar una alianza de investigaciones sobre las anomalías genéticas que dan lugar al cáncer de colon. Eminencias de países como Japón y Australia, en el fin de semana del Primero de Mayo, aportando su talento a una sociedad que genera empleo en la Cartuja. Animo al Ayuntamiento a que le pida a las organizaciones empresariales un balance pormenorizado de los proyectos que han creado cada una de las 500 empresas sevillanas con más facturación, aprovechando la Feria como insuperable reclamo para las relaciones. Que se retraten así y no sólo con el virus de la fotocaseta.