DEBE haber servido el partido con el colaboracionista Getafe para que el Sevilla se reencuentre consigo mismo y acreciente su autoestima. Un triunfo tan solvente y que, además, sirvió para que un estupendo futbolista como Fazio entre en el sevillismo debería ser plataforma de lanzamiento para que el equipo se sitúe en el centro de sus objetivos, que no son otros que jugar otra vez la Champions. Estar ahora a sólo dos puntos de la zona más noble de la tabla y que el que le aventaja sea su rival inmediato es motivo más que suficiente como para afrontar la recta definitiva del año con una considerable carga de optimismo.

En este curso se ha dado una circunstancia que juega muy a favor del Sevilla y es que aun jugando a un nivel muy por debajo del que se le presupone, la sangría de puntos no ha sido excesiva. Eso quiere decir que si ahora, la imagen que el equipo dio ante el timorato Getafe se hace definitiva, la ascensión a la gloria de la Zona Champions se hará realidad. Otra cuestión que conviene recalcar es que este Sevilla tiene fondo de armario más que suficiente como hacer realidad sus sueños continentales, su objetivo de revalidar aquellas gestas tan recientes y que parecían perderse en la noche de los tiempos, de los tiempos más remotos e inalcanzables, por cierto.

La oportunidad para el zarpazo que ponga a cada uno en su sitio llega de forma inmediata, el sábado. Cuando den las seis en todos los relojes del Turia y zonas de influencia, el Sevilla podrá emprender el asalto a su objetivo. Será en un campo donde suele ganar, donde habitualmente vence como de oficio, sin despeinarse. Ahora hablamos de un Levante distinto, el mejor Levante de toda la historia granota, por lo que la etapa no parece tan llana como solía, pero este Sevilla que, aun en tres cilindros, sólo tiene dos puntos menos que el equipo revelación está sobradamente capacitado para asaltar la Zona Champions, y con la intención de quedarse a vivir en ella.