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POR encima de la supuesta lejanía de los asuntos en debate y de la campaña electoral de las dos últimas semanas, tan agria como inane, los andaluces, como el resto de los españoles, deben dar en esta jornada una lección de civismo y europeísmo acudiendo a votar de forma masiva a los cincuenta diputados que corresponden a nuestro país en el nuevo Parlamento Europeo. La actitud crítica ante los candidatos y sus partidos habría que orientarla no hacia la abstención, que es lo más cómodo y descomprometido, sino hacia una participación que sea demostrativa de que los ciudadanos sí se toman en serio la construcción de Europa. Hay que precisar, en primer lugar, que en la futura arquitectura institucional de la Unión Europea, el Parlamento va a adquirir poderes de codecisión con la Comisión y la futura Presidencia más extensos y decisivos que en el pasado, lo cual ya es una razón para asumir la importancia de los comicios del 7-J. En segundo lugar, debemos recordar que desde que España pudo ingresar en la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, Andalucía ha recibido fondos comunitarios por importe de 63.300 millones de euros, casi la mitad del producto regional bruto. Dicho de otra manera, para Andalucía ha sido un buen negocio la incorporación a Europa, y nos conviene estar presentes y activos en los próximos años, en los que vamos a perder de manera progresiva los fondos de ayuda al desarrollo, ya que dejaremos de estar, por la pobreza relativa de los nuevos socios, estadísticamente por debajo del 75% de la media europea de Producto Interior Bruto por habitante. Finalmente, la agenda europea de estos años de mandato del Europarlamento que se elige hoy está plagada de cuestiones que son fundamentales para Andalucía. No hay más que destacar la nueva política energética, clave del desarrollo andaluz y español, los problemas derivados de la inmigración y la acogida de la misma, siendo como somos puerta de entrada de ingentes flujos migratorios, y los problemas de la seguridad acentuados por nuestro carácter fronterizo con el mundo musulmán. Por todas estas razones es necesario que la reflexión de los andaluces se sobreponga a la aparente lejanía de Europa y a la pesadez de la campaña electoral y derive en la decisión de acudir a las urnas, legitimando así a quienes nos representen en las instituciones en las que se juega buena parte de nuestro futuro.

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