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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

A vueltas con la inconsistencia del Betis

Cuando la solidez de la zaga se asemeje a la exquisitez en ataque, la obra será apoteósica

Tras la riada de tinta vertida sobre el derbi de Reyes, hermosas lecciones de literatura incluidas, llega la hora de sacar las debidas enseñanzas. La primera de todas es que la forma de interpretar el fútbol que Setién desea para sus equipos es fiable. La sinfonía que atronó los aires de Nervión en el gol de Durmisi es el aval de que conviene perserverar en esa idea del toque, pero, claro, con matices tan archisabidos como el de saber guarecerse.

Ese gol con origen exquisito de tropecientos toques en esa eternidad que en fútbol es un minuto sin perder la pelota es el documento que hace que haya que creer en la filosofía de Quique Setién. Fue una repetición del gol de Sanabria en el Bernabéu en la que ya es la segunda gran alegría para el bético en este curso. Sin duda alguna, aquel gol del guaraní en la Castellana ya no es la primera alegría que el bético recibió en esta campaña, ya que los cinco del sábado ya no tienen rival.

Todo eso es formidable, pero la defensa sigue siendo impresentable. A excepción de Feddal, todo el sistema defensivo del Betis es impropio del nivel que exhibe el equipo. Desde la irregularidad de un portero que apenas sale o que lo hace a destiempo a lo que significa un simple córner en contra, el Betis vive en el alambre un partido sí y otro también. Que un saque de esquina conlleve casi tanto peligro como un penalti es una rémora que enturbia la exquisitez en ataque.

Y digo yo que no debe ser incompatible acercar ambas prestaciones para que la retaguardia funcione en parámetros parecidos a los que ofrece la creatividad. Si eso se llegase a conseguir estaríamos ante un equipazo. El sábado en Nervión, el Betis tuvo momentos gloriosos trufados con otros en los que temblaba cada vez que el rival mandaba un balón al aire del área bética. El sistema de Setién es como la rosa, preferentemente intocable, pero guardando mejor la viña.

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