El poliedro

De la zozobra aldebate, por fin

Resurgen temas arrinconados durante las vacas gordas: pensiones, función pública, energía nuclear o educación

ENTRE el bombardeo de decálogos de valores obámicos y de planes inmediatos del nuevo Gobierno de EEUU, probablemente la verdadera ventana abierta a la esperanza que nos abre el todavía gran Barack es la que se resume en esta declaración suya: "Hay que acabar con la tiranía del petróleo". No con el petróleo: con su tiranía. Aleluya. Si hay algo crucial para el futuro inmediato del planeta es cambiar los insostenibles paradigmas energéticos aún vigentes, personificados en una lucha por el petróleo que ha envenenado a la Tierra entera en las últimas décadas. Por medio de la guerra más cínica -a mí me engañaron como a un niño-, el mundo se ha acercado peligrosamente a aquel Mad Max luchando por una gota del elixir del fin del mundo. La ciega política exterior de un Gobierno Bush íntimamente ligado a la industria del crudo ha acentuado la carrera hacia ningún sitio, o hacia ninguno bueno. Llamar tirano al petróleo -ahí es nada, viniendo de la Casa Blanca- es como decir que Gran Bretaña va a integrarse en la eurozona y que las libras van a quedar para el mercadillo de Portobello: algo impensable... sólo antesdeayer. Cosas veredes, amigo Sancho.

A nivel doméstico, otros asuntos críticos acaparan el debate público, más allá del crápula que pretende a Cayetana, del trabajito en el Congreso para Izaskun o de si Florentino vuelve al Madrid. Como tras el Desastre del 98, la opinión pública a la que le duele España da un paso adelante tras lamerse las heridas, y deja de lamentar la crisis y de buscarle culpables. Pasamos, así, a debatir temas de mayor calado, que habían quedado silenciados durante años por el incesante clin-clin de las cajas registradoras, las palmas al compás y el crujir de las cáscaras de gamba bajo las suelas. Entre estos debates de futuro están: las pensiones;la educación; la función pública; hasta dónde debe el Estado ayudar; la energía nuclear, y la responsabilidad social de las empresas, particularmente de la banca. Intentaremos dibujar una silueta brevísima para una de estas zonas de discusión, todavía no demasiado contaminada por el inane desencuentro político hispánico: las pensiones.

Nuestro botijo poblacional no garantiza que la multitudinaria cohorte de españoles en vías de jubilación reciba lo que está previsto: pocos contribuyentes o activos para muchos pensionistas o pasivos (no olvidemos que, también y en buena parte, la pensión se la paga uno año tras año durante su vida laboral), situación agravada por el parón de la inmigración y las penurias presupuestarias derivadas del bajonazo económico. Aunque otras partidas sí son financiadas sin contrapartida (el gasto militar, o la legión de asesores y recolocados políticos: llámenme demagogo), las pensiones deben autofinanciarse, como parece decir una ley no escrita. De paso, la controversia pone encima de la mesa un hecho que pasa desapercibido. Me propone un amigo, abogado y escritor, la siguiente pregunta: ¿Por qué cobra la misma pensión pública alguien que no tiene hijos -ni gastos por ello- que alguien que sí los tiene, cosa -tener hijos- no sólo conveniente para el país, sino para los propios pensionistas presentes y futuros? Un dato sin maldad: la renta disponible del colectivo homosexual se valora en más de una vez y media la de un padre o madre, y no siempre aquél es más inteligente o trabajador que éstos. Espero que el orgullo gay no nuble entendimiento alguno, y que esto que digo no se vea como una treta homófoba: la asimetría deviene de lo que podemos llamar "inversiones y gastos necesarios para la explotación", en los que unos incurren y otros no. Sobre los solteros o casados sin hijos -que están en ese mismo segmento a efectos de lo que nos ocupa-, desconozco proporciones sobre su renta disponible en comparación con los que, por las circunstancias que sean, sí acabaron siendo progenitores. En fin, por fin, tras un año de trayecto desde la autocomplacencia a la zozobra, emprendemos otro desde la zozobra al debate de largo recorrido.

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