Beatriz Melguizo

Amabilidad en la plaza del Museo

Vivo cerca de la plaza del Museo y todos los días paso por allí. En tiempos en los que la amabilidad está denostada y el individualismo es lo que prevalece, sigue habiendo lugares y personas que merece la pena conocer. Barrabás es un restaurante que está en la citada plaza, con una bonita decoración, una exquisita carta y un agradable trato por parte de todo su personal. Suelo frecuentarlo con mi familia y en otras ocasiones con amigos. Sé que apuesto sobre seguro llevándoles allí.

Fernando es un camarero que trabaja en Barrabáss. Es muy amable, con gran sentido del humor y buen profesional. Da gusto cuando entras y te recibe con una conversación amena que hace que te sientas a gusto el rato que permaneces allí. Créeme es una heladería que se encuentra también en la misma plaza, y créanme cuando les digo que para mí sus helados son los mejores que he probado jamás. Sus sabores naturales despiertan emociones y reflejan el cuidado en su elaboración, obra de un artesano del helado, sin lugar a dudas.

Es uno de esos lugares “con encanto” cuyo personal también es muy amable y la forma en la que describen los sabores es pura poesía.Y cruzo enfrente al Museo de Bellas Artes de Sevilla, lugar para mí donde el tiempo permanece y testigo de tantas visitas y recuerdos. Allí llevaba a mis hijas de pequeñas y disfrutaba viéndolas jugar en sus bonitos patios. Cuando comenzaron a crecer, veíamos juntas sus magníficas obras de arte. Allí hay trabajadores que me han tratado siempre con amabilidad, a algunos les conozco desde mis primeras visitas.

Personas como las que les he presentado se echan de menos allá donde se trata al público. Las personas amables atraen y contribuyen a que frecuentes aquellos lugares donde ellas se encuentran. ¿Y si cada uno de nosotros aportáramos un poco de esta amabilidad a nuestra sociedad? 

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