Francisco Javier Membrillo

Arbitrariedades

Con la dimisión del Jemad por su inculpación en la vacunación y la postergación del ascenso del coronel Gómez de los Cobos, quedó constatado una vez más el alejamiento de los políticos empotrados en los ministerios de carácter militar con la tarea que asumen. El Jemad y su Estado Mayor, como responsables de dirigir la estructura militar permanente de la defensa de la nación, y las unidades en operaciones y alistadas, fueron los primeros en vacunarse de dicho colectivo. Eso viene en cualquier manual de gestión de crisis.

El coronel, tras el análisis de toda su trayectoria militar efectuada por una Junta de Evaluación que actúa con objetividad e imparcialidad, fue calificado como el primero de su promoción para el ascenso. El Jemad dimitió por no ser defendido por la ministra y el segundo fue postergado por exigencia independentista a Marlaska. Ambos ministros tenían la autoridad para hacerlo pero desconocen que, en la milicia, el elemento esencial de su función es el mando y liderazgo, y que ello no es obligar, sino convencer con el prestigio, el ejemplo y la preparación que, junto con los aspectos intelectuales, morales y técnicos, capacitan para ejercerlo. 

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