A Isabel no hay ya quien la pare. Después de sus madrileñadas y de su rotunda victoria en las elecciones autonómicas, está que se sale, se permite decir lo que se le ocurre porque ha caído en gracia, aunque a Casado, que es quien la ha promocionado, no le haga ni puñetera gracia porque cada vez le está restando más protagonismo y se le va a tener que comer con patatas.
Ayuso de día y Ayuso de noche, Ayuso está en todas partes a todas horas, hablando de todo, de que va a bajar los impuestos en Madrid, de la firma del Rey o de lo que le viene en gana, porque ella es muy torera, ha brindado al respetable y va a salir a hombros. Maribel es la más popular de los populares y su popularidad la puede llevar a La Moncloa, y si no, al tiempo, que viene apretando de lo lindo, que en su partido no tiene competencia y el PSOE ofrece pocas alternativas.
“La Ayuso” es muy yusa –perdón, el corrector–, muy suya, y corríjanme si estoy equivocado, que lo estaré, pero aunque a mí no me tomen en serio, a ella sí. Abróchense el cinturón, que vienen curvas.
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