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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Soy una adolescente de 13 años consciente de la adicción existente a las redes sociales en la actualidad. Me he dado cuenta de que no hay punto de comparación entre la relación física y directa con las relaciones en redes sociales. Aunque en esta generación no puedo dejar de reconocer que nos divertimos mucho en ellas, admito que se pierde el contacto, el sonido de las risas, los abrazos, las caricias, etcétera, cosas que me parecen más auténticas y especiales.

¿Dónde quedan las conversaciones con amigos, las risas en familia, las meriendas, irse de compras con amigas y no pedirlo todo por Amazon? ¿Dónde quedan los momentos sin filtro con nuestros defectos y sin crítica alguna? ¿Dónde quedan los “te quiero” a la cara, los primeros besos o el aroma de la persona con las que estás? Yo te diré dónde quedan: en una pantalla de seis pulgadas entretenida y divertida pero sin emociones ni sentimientos.

Por eso quería hacer un llamamiento a los chicos/as de mi edad para que valoremos los momentos especiales, aquellos en los que estamos reunidos o aquellos que nos hacen perder la noción del tiempo a causa de nuestra felicidad en ese momento sin depender de Instagram, Facebook o cualquier otra aplicación, siendo nosotros mismos sin tener que estar buscando la perfección para publicar una foto o un vídeo. 

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