En una conversación telefónica pregunté a una niña cómo estaba y me contestó con esa espontaneidad que surge de la inocencia: “Muy bien, muy contenta, estoy con papá y mamá todo el día”. Y aunque sus padres están muchas horas trabajando frente al ordenador, la niña está feliz y contenta porque su padre y su madre están en casa. Hemos de preguntarnos qué podemos hacer para mejorar la vida de los niños, cómo podemos combinar la vida de familia con el trabajo. Porque cuando pase la pandemia, y quiera Dios que sea pronto, si seguimos igual, no habremos aprendido la importancia de la familia y la necesidad que tienen los hijos de estar con su padre y su madre.
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