Un hermano muy querido y cercano, Pepe Rabadán, falleció el día 29 de marzo de este año. Estaba viviendo en Lebrija, en la Residencia de Mayores de la Caridad. No pudimos –como tantas familias en España– estar con él en ningún momento. Dicen que morimos solos, y en este caso se magnifica.
Pero la actuación de las empleadas de esta residencia, desde su directora, Isabel, a sus enfermeras, recepción, en fin, todo el personal, ha sido extraordinaria. Después de nueve años nos hemos encontrado a un personal siempre dispuesto a los avatares de la vida, amable y presto a echar una mano.
Hay que romper una lanza a favor de estas residencias. Seguro que algunas no han cumplido todos los protocolos, pero en nuestro caso ha sido todo lo contrario.
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