La orden del Ministerio de Sanidad de 29 de marzo limitaba a tres familiares la asistencia a entierros, prohibiendo los velatorios para evitar contagios. Admitiendo la necesidad y cordura de esta última medida, no compartimos la severísima e inhumana limitación impuesta para el momento tan doloroso que es la última despedida a un ser querido. El programa Sálvame, emitido desde Madrid, ciudad epicentro de la pandemia, ha estado reuniendo al menos a siete contertulios sin guantes, ni mascarillas, ni distancia de seguridad, que discutían acaloradamente sobre un concursante de Supervivientes. Tema crucial que nos trae en vilo. Semejante aberración sólo se puede comprender en un país cuyos gobernantes, con corazón de hielo, están más preocupados en contentar a las televisiones amigas que en dar consuelo a los familiares de las víctimas de esta tragedia nacional. Sólo les pido un poco de humanidad, no es tanto. 

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